Antes de hacer esta pagina Web me hubiera gustado contar con la autorización del autor, pero sinceramente hace más de 10 años que no tengo noticias de su paradero.

Sin embargo me atreveré a darles algunos datos sobre él.
Lo conocí en el año 1978 cuando ambos asistíamos a un curso de música que dictaban en el museo de arte de Lima. Por aquel entonces Giorgio contaba con 23 años de edad pero aparentaba alguno que otro año más. Vivía solo con su perro en un challete en las afueras de la ciudad, en Chaclacayo para ser exacto.
Habré ido un par de veces por ahí a visitarlo, ya que el venía a Lima solo para las clases y luego de estas volvía desesperado a su casa, a su cuarto, a su Lugar.
Gustaba del buen vino, siempre tenía una que otra botella sobre la mesa.
Su vida la dedicaba a la música y a su pareja.
Con respecto a esto último solía decir que: "en la vida de un hombre solo existe una mujer y viceversa y los que no aceptaban este punto de vista eran simple y llanamente unos cobardes".

Sus ratos libres los pasaba leyendo, paseando, o jugando con su perro, no era muy expresivo, mas bien prefería estar solo escuchando a su querido Gato Barbieri mientras bebía café.

Una vez me comentó que había estudiado algo de Derecho, pero lo que realmente le fascinaba era el arte, (o como quiera llamarsele a esa exteriorizacion del sentimiento)Tenia una guitarra y algunos instrumentos típicos de la sierra del Perú ( lugar que le fascinaba ) .
Yo nunca sospeche que poseía aquella inclinación hacia la escritura, hasta que una tarde , la ultima tarde que nos vimos y ya bordeando la 3ra botella de tinto cogio la guitarra y comenzó a interpretar sus composiciones. A mi me gustaban mucho y le pregunté si las letras también eran suyas a lo que me contesto que si.
Inmediatamente me alcanzo un pequeño cuaderno azul en cuyas hojas estaban algunas composiciones. Las leí, me agradaron se lo dije y el me obsequió el cuaderno. Yo no quise aceptárselo, pero el insistió argumentando que el tenia "por ahí" otra copia.
Desde aquel sábado por la tarde no lo volví a ver, jamás volvió a aparecerse por el museo ni por la cafetería donde discutía muy amablemente con Don Aldo el dueño de aquel lugar ya que este se quejaba de si mismo al dejar entrar en su establecimiento a un hombre con cabellos de mujer.
Como dije , aquella tarde fue la ultima vez que lo vi.....si alguna vez llega a tus manos la dirección de esta página web y no te agradó la idea de publicarla, no me disculpes.

PD:
Las fotos las sustraje de su álbum familiar una tarde que fui por su casa allá lejos.

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